Sangre, sustancia líquida que circula por las
arterias y las venas del organismo. La sangre es roja brillante o
escarlata cuando ha sido oxigenada en los pulmones y pasa a las
arterias; adquiere una tonalidad más azulada cuando ha
cedido su oxígeno para nutrir los tejidos del
organismo y regresa a los pulmones a través de las venas y
de los pequeños vasos denominados capilares. En los
pulmones, la sangre cede el dióxido de carbono que ha
captado procedente de los tejidos, recibe
un nuevo aporte de oxígeno e inicia un nuevo ciclo. Este
movimiento circulatorio de sangre tiene lugar gracias a la
actividad coordinada del corazón,
los pulmones y las paredes de los vasos sanguíneos. El
cuerpo humano
posee cinco litros de sangre en su totalidad.
Composicion de la sangre:
En una persona normal
sana, el 45% del volumen de su
sangre son células, glóbulos rojos (la
mayoría), glóbulos blancos y plaquetas. Un fluido
claro y amarillento, llamado plasma, constituye el resto de la
sangre. El plasma, del cual el 95% es agua, contiene
también nutrientes como glucosa, grasas, proteínas,
vitaminas,
minerales y
los aminoácidos necesarios para la síntesis
de proteínas.
Glóbulos rojos, eritrocitos o hematies:
Son células de forma discoidea y bicóncava
con un diámetro promedio de 7,5 µm y un espesor que
llega a 2 µm en sus bordes y que no alcanza 1 µm en
el centro y constituyen el 99% del total de células en la
sangre.
El eritrocito maduro no es una verdadera célula:
no posee núcleo, no se reproduce y consume una cantidad
mínima de oxígeno. Su membrana está
compuesta de una combinación de lípidos y
proteínas, que le confieren propiedades especiales de
permeabilidad. La función principal de la célula
roja es transportar oxígeno hacia los tejidos y traer de
vuelta dióxido de carbono de éstos hacia los
pulmones. Contiene alrededor de un 60% de agua, el ión
predominante en su interior es el potasio y el 34% de su peso
corresponde a la hemoglobina, la cual constituye
el 90% de las sustancias sólidas contenidas en
éste. Además, contiene numerosas enzimas que son
necesarias para el transporte de
oxígeno y la viabilidad de la célula. La
hemoglobina es el pigmento respiratorio de la sangre, está
contenida exclusivamente dentro de los eritrocitos y se une
aproximadamente al 97% de todo el oxígeno en el cuerpo. Es
una proteína conjugada formada por la globina, un grupo
hem y un átomo de
hierro. Cada
molécula de hemoglobina puede unir cuatro moléculas
de oxígeno, por lo que le permite a la sangre humana
transportar más de 70 veces la cantidad de dicho gas que pudiera
acarrearse de cualquier otra manera.
La forma particular bicóncava del glóbulo
rojo le permite una absorción de oxígeno en los
pulmones, así como su liberación eficiente en los
capilares de todos los tejidos del cuerpo. De hecho, se calcula
que un eritrocito se satura totalmente de oxígeno en menos
de un centésimo de segundo.
Glóbulos Blancos o leucocitos:
Los glóbulos bláncos son una vital
fuerza de
defensa contra organismos extraños. También
funcionan como nuestro "aseo urbano" ya que limpian y eliminan
células muertas y desechos tisulares que de otra manera se
acumularían. Los leucocitos son células de forma
redondeada mientras circulan en la sangre y adoptan formas muy
variadas cuando salen de los vasos sanguíneos y su
diámetro oscila entre 6 y 18 µm.
Muchas infecciones estimulan a la médula
ósea a liberar a la corriente sanguínea grandes
números de leucocitos que normalmente están en
reserva, lo que se evidencia como un aumento en el número
de células blancas en la sangre periférica. Este
incremento es fácilmente detectado con una simple
hematología y contribuye notablemente en una primera
aproximación diagnóstica. Algunas células
blancas pueden morir en el proceso de lucha contra una
infección y sus cuerpos muertos se acumulan y contribuyen
a formar una sustancia blanca que es comúnmente vista en
el sitio de una infección, llamada "pus". No todas las
infecciones llevan a un incremento en el número de
células blancas; el virus responsable por el SIDA conlleva
a su reducción, específicamente en el número
de linfocitos y a una consiguiente minusvalía en la
habilidad para luchar contra otras infecciones. De acuerdo a su
apariencia al microscopio luego
de su tinción, existen 5 clases de leucocitos:
granulocitos (neutrófilos,
eosinófilos y
basófilos),
linfocitos y
monocitos.
Neutrofilo:
La principal función de los
neutrófilos es la de detener o retardar la acción
de agentes infecciosos o materiales
extraños. Su propiedad
más importante es la fagocitosis y son capaces de ingerir
bacterias y pequeñas partículas.
En muchas oportunidades, cuando se trata de combatir
infecciones bacterianas severas, pueden aumentar su
número, ya que la médula ósea los libera en
virtud de la emergencia, antes de terminar su maduración.
Los neutrófilos, además de defender el organismo
contra las infecciones, pueden ser dañinos también,
al liberar los componentes de sus gránulos tóxicos
en diversos tejidos.
Eosinófilos:
Los
eosinófilos tienen una igual actividad motriz que los
neutrófilos y aunque poseen propiedades
fagocíticas, participan menos en la ingestión y
muerte de las
bacterias. Un aumento en su número frecuentemente
acompaña a reacciones alérgicas o procesos
inmunológicos, al igual que presencia de
parasitos.
Basófilos:
Son los
que tienen menos movilidad y menor capacidad fagocítica.
Participan en reacciones de hipersensibilidad
(picaduras).
Linfoncitos:
El linfocito es una
de las células más intrigantes de la sangre humana
y bajo ese nombre se engloban varios tipos diferentes de
células linfoides, que encierran diferencias estructurales
y funcionales aún no bien esclarecidas. Las funciones del
sistema
linfático son en general la producción de anticuerpos circulantes y la
expresión de la inmunidad celular, refiriéndose
esto último al autorreconocimiento inmune,
hipersensibilidad retardada, rechazo de los injertos y reacciones
injerto contra huésped.
Dos tipos funcionalmente diferentes de linfocitos han
sido descritos: los linfocitos T o timo-dependientes y los
linfocitos B o médula ósea dependientes.
Aproximadamente el 70 a 80% de los linfocitos en sangre
periférica muestran características de células T. Estos
tienen una vida media de varios años, así como una
gran capacidad y velocidad para
recircular entre la sangre y los tejidos. También
almacenan y conservan la "memoria
inmunológica" (células T de memoria).
Además, una vez activadas, son las células
efectoras o ejecutoras (células asesinas) de la inmunidad
celular y secretan sustancias biológicamente activas
(linfoquinas) que sirven de mediadores solubles de inmunidad en
la respuesta inflamatoria.
Monocitos:
Los monocitos son los
grandes fagocitos mononucleares de la sangre periférica.
Son un sistema de
células fagocíticas producidas en la médula
ósea, que viajan como tales por la sangre, para luego
emigrar a diferentes tejidos como hígado, bazo, pulmones,
ganglios linfáticos, hueso, cavidades serosas, etc., para
convertirse en esos tejidos en macrófagos libres o fijos,
cuyas funciones se
corresponden con lo que se conoce como sistema
mononuclear-fagocitario.
me gusto mucho lo referente a los cuidados de bioseguridad de los laboratorios exelente
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